Todas las grandes edificaciones antiguas causan estupor y curiosidad por su grandiosidad, su significado o su forma de construcción, como las pirámides, los acueductos o como en este caso las esculturas de la Isla de Pascua.

Son 887 estatuas de piedra en una isla de apenas 163 km2. La Isla de Pascua fue denominada así por coincidir el día de su descubrimiento con el día de Pascua de Resurrección de 1722, aunque también se la conocen por el nombre aborigen de Rapa Nui: Isla Grande.

No se conoce mucho de la cultura y tradiciones de la isla, únicamente por lo que quedó registrado de las antiguas expediciones. Según parece era una sociedad de varias tribus, divididas en clases sociales y  gobernada por el araki, al que se suponía descendiente de los dioses. La mayoría vivían en el interior de la isla y la costa estaba destinada a  los lugares de culto donde adoraban a sus ancestros representados por las imponentes figuras humanoides que datan entre el 700 y 1600 dC, realizadas en roca volcánica y de las que existen cerca de novecientos: los moái.

Las teorías sobre cómo llegaron allí son diversas. Su enormidad hace replantearse la hipótesis de que las llevaron a rastras porque aunque la roca volcánica puede cortarse con facilidad, el peso y la altura es considerable, sin embargo, estudiando las antiguas sendas en forma de V y los agujeros en las zonas de cuesta que coinciden con los agujeros tallados en los que se incrustan las figuras, hacen sospechar en algún tipo de artilugio o mecanismo para facilitar el traslado; aunque también existe la explicación mitológica de que las estatuas andaban animadas por la magia. Este relato llevó al descubrimiento de que las figuras no constan solo de cabeza y torso, sino que el cuerpo de está bajo tierra. También, en un principio, llevaban sobre la cabeza una especie de copete y el interior de las cuencas en la cara se rellenaban con placas de coral y obsidiana para simular los ojos como si tuvieran vida. Varios estudios destacan la presencia de agua dulce en las inmediaciones de los moái, tal vez fuera una manera de señalar los manantiales o fuentes de agua potable.

Lo cierto es que las culturas antiguas nunca dejan de sorprendernos y aún quedan muchos misterios por descubrir en la Isla de Pascua.