Venecia, además de ser una ciudad encantadora llena de tradiciones, maravillas arquitectónicas y culturales, con personajes tan famosos como Casanova y que desprende una magia especial, es también el máximo exponente de uno de los carnavales más lujosos y representativos del mundo sin desmerecer a otros. Pero si hay algo que destaca como propio y peculiar de la ciudad y su carnaval son sus máscaras.

Durante mucho tiempo también fue una manera de mantener el anonimato y evitar ser reconocidos si se practicaban actos fuera de la ley o se mantenían conductas poco decorosas.

Las hay que representan a los famosos personajes de la Comedia del Arte como Arlequín, Colombina, Pierrot, Polichinela… con sus característicos disfraces y estética, pero también están otros más desconocidos y que también tienen mucha tradición e historia:

La Moretta, o Morenita. Es una máscara ovalada que no tiene boca y se sujeta por dentro apretando con los dientes. También es de las más antiguas que se conocen aunque su procedencia es francesa y era una de las que más usaban las damas, tal como se aprecia en numerosos retratos. El origen de esta máscara podría estar en los visard del siglo XVI, que consistía en una máscara de terciopelo negro que usaban las aristócratas durante los viajes para proteger su piel blanca de los rayos del sol, ya que la piel oscura o bronceada era típica de mujeres pobres que trabajaban bajo el sol. El hecho de que no se sujetara con cintas en los carnavales sino con un botón entre los dientes que impedía hablar era para mantener el misterio de una mujer enmascarada.

La Bauta es la clásica máscara blanca que permite comer y beber, pero distorsiona la voz de su propietario.

La Gnaga era una máscara con forma de gato y era la utilizada por los hombres que deseaban vestirse de mujeres. Se acompañaba con una cesta de gatos.

Otra máscara, quizás la más representativa es la del Dottore della Peste. Se trata de una máscara con forma de pico de pájaro y que unido a una túnica encerada y una vara para mantenerse a distancia del enfermo, constituía el atuendo normal de los médicos en el siglo XIV. En ese pico se acumulaban especias y hierbas aromáticas con el fin de evitar los malos olores del enfermo. Su fama creció a partir de las epidemias de peste que asolaron Europa y que se cebaron especialmente en Venecia, destinándose la misteriosa isla de Poveglia como un lugar de cuarentena para los infectados.

Hay más máscaras como la Dama, Volto, Bufón, etc. Cada una tiene una historia propia, pero todas coinciden en transmitir misterio y enigma. ¿Qué máscara te pondrías tú?